“Samara was able to take care of me and, at the same time, to set limits, to point out my truths despite my anger, and help me find a way to see my difficulteis without my usual harsh judgements. She also treated me as a unique being and put all her intelligence and empathy at my disposal”. (p. 159)

Samara fue capaz de cuidarme y al mismo tiempo, de poner límites, de señalarme mis verdades a pesar de mi rabia y ayudarme a encontrar el camino para poder ver mis dificultades, sin tantos juicios de valor de mi parte. También fue capaz de ver quien era yo, de tratarme como alguien único, y de poner a mi disposición toda su empatía e inteligencia.

“Paradoxically, I was ready to bond when I was able to share my whole vulnerability. My emotions no longer invade me, nor do they become crushing demons that overwhelm my existence. Psychoanalyis has been a place of acceptance where I have learned that difference can be enjoyable, even amazing”. (p.159)

Paradójicamente, logré vincularme emocionalmente cuando pude compartir toda mi vulnerabilidad. Mis emociones ya no me invaden, ni se convierten en demonios aplastantes que desbordan mi existencia. El psicoanálisis ha sido un lugar de aceptación en donde he aprendido que la diferencia puede disfrutarse, incluso puede ser increíble.

Referencia: Anonymous One. (2021). Learning How to take care of the Otherness of Myself. Narrative Inquiry in Bioethics, 11(2): 157-159.

Me llama la atención que en tu página web te defines como alguien con: “las más altas calidades humanas, empática, con altos niveles de escucha, disciplinada, cumplida, dedicada a mis pacientes, con calidad de servicio, profundo sentido ético, con sólidos conocimientos académicos y científicos, y probada idoneidad”. Me llama la atención porque, pese a que estoy convencido de que todo eso es cierto y te aplica con cada letra, no es lo primero que destacaría de ti, y lo digo como alguien que lleva más de 4 años trabajando contigo.

En lugar de eso, yo pondría esta descripción: “soy médica cirujana, especialista en psiquiatría y psicoanálisis. Pero, como sé que eso no te dice nada, si no eres profesional de la salud, mejor quédate con esto: “amo lo que hago, lo demuestro en cada una de mis sesiones, desde el minuto uno hasta el cuarenta y cinco; desde la primera sesión del año hasta la última, cuando ya está bien entrado diciembre. Tengo una disciplina de samurai, parezco japonesa; siempre repongo los minutos de tus sesiones y me excuso semanas antes, si por alguna razón no podré asistir”.

“Continúo: tengo un altísimo sentido de pertenencia, me entrego de cabeza a mis pacientes, así algunos no me valoren o sean ingratos. Manejo una intensidad de tres o cuatro sesiones por semana, incluso si confundo los lunes con los martes o si me ‘vuelvo un ocho’ cuando hay festivos. Tengo memoria de elefante, así que no te sorprendas si conecto cosas de hace meses con las sesiones actuales. Me gustan las empanadas y se pueden traer a mi consultorio en la última sesión del año. Se permiten perros en consulta, me traen buenos recuerdos. Si me odias, si me mandas para el carajo, igual le escribiré a tu mamá para saber cómo estás; no importa si ya no me pagas”.

“Si no asistes a sesión, yo igual sigo en consulta contigo y reviso mis apuntes. Me incrusto en tu mundo interno y creo una conexión emocional profunda. Tengo la extraña habilidad de teclear a mil por hora, escucharte con total atención y pensar qué es lo que voy a decir a continuación, todo al mismo tiempo; no me preguntes cómo. Subo estados de WhatsApp todos los días con temas relacionados a salud mental, que te recuerdan que ahí estoy, así no me quieras ver. Tengo muchísima paciencia con mis pacientes, no los madreo porque me aguanto las ganas, así hayan algunos que se lo merezcan por tercos. Uso mucho la palabra ‘literal’, y te recibo siempre con un “bueno… te escucho”. No me gustan las respuestas tipo Pibe: ‘todo bien’, ambos sabemos que no es cierto”.

“Si me vas a poner ejemplos, que sean de películas, preferiblemente de El Señor de los Anillos o de Matrix. Cuéntame de tus sueños, son un buen insumo para trabajar. Discúlpame si me haces reir y me entra un ataque de risa, usualmente me duran poco, como 5 minutos solamente. Y sobre todo, aprenderás conmigo el idioma de las emociones, lo aprenderás con maestría, con lujo de detalles; soy excelente en eso; ya lo verás. Por cierto, me frustra mucho que no sigas mis indicaciones con la medicación, se me nota al instante en mi tono de voz”.

“Por último, asegúrate de visualizar este espacio como algo de largo plazo, porque ese es precisamente mi compromiso hacia ti, no importa qué tan difícil se pongan las cosas, qué tan excéptico seas de que el cambio es posible en ti o qué tanto intentes convencerme de que tú no tienes caso: ahí estaré yo. Mejor dicho, soy la Dra. Samara y esta vaina se compone, te lo prometo”.

Fragmento de una carta escrita a mano por uno de mis pacientes de psicoanálisis. Anónimo

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